Sentiste alguna vez lo que es, tener el corazon roto?, sentiste a los asuntos pendientes volver, hasta volverte muy loco?; si resulta que si, si podras entender, lo que me pasa a mi....

domingo, 5 de diciembre de 2010

Que Dios los perdone

Respeto y admiro a las personas que tienen fe. Cualquier fe. A todos los que creen en Krishna, Jehová, Yahvé, Buda, Cristo o Jesucristo de los Santos de los Últimos Días. Yo, a pesar de haber nacido en una casa Católica Apostólica y Romana, de haber sido bautizado, haber asistido a retiros espirituales y también haber paporreteado todas las mañanas de los lunes durante ocho años, en el colegio Salesiano, el Padre Nuestro y el Ave Maria: ¡no soy católico! Sencillamente porque no respeto a la iglesia como institución !!!


Con todo respeto, para mí la Iglesia Católica es como una gran empresa, una enorme empresa transnacional muy similar a la Coca Cola, solo que en lugar de vendernos una bebida gaseosa, nos vende fe. No nos promete sentir de verdad como Coca Cola, sino nos oferta la salvación eterna y su formula secreta es creer, simplemente creer.

Cualquier empresa que se respete es dirigida por hombres, igualmente la Iglesia Católica es una institución dirigida por seres humanos que pueden equivocarse, por personas de carne y hueso como tú que estas leyendo esto y como yo. Personas reales con ambiciones, aspiraciones, obsesiones, trastornos y virtudes. Hombres como el gerente general de la Coca Cola, con la capacidad de decidir qué estrategia es mejor para vender su producto según cómo vayan los tiempos y así seguir liderando el mercado.

Y es que los tiempos cambian, pero la Iglesia parece no haberlo notado. Mientras Coca Cola ha modernizado su imagen cambiando sus slogans, su logotipo y sus tácticas publicitarias, la Iglesia no se ha modernizado. La prueba de esta afirmación es que hoy ha dejado ser líder en muchos países donde antes reinaba con todo su poder y no solo en el plano de la fe, sino también en el escenario político. 

Haciendo una comparación antojadiza, hoy los evangelistas por ejemplo podrían ser a la Iglesia Católica lo que la Inca Kola fue en el Perú para la Coca Cola (antes de que esta la compre, claro).

Craso error de los católicos no modernizarse, pues los mismos que alguna vez fueron sus fieles creyentes, hoy están mas que decepcionados. Y tienen razones para estarlo. Cómo no decepcionarse cuando salen a la luz casos comprobados e inocultables de pedofilia perpetrados por sacerdotes en ejercicio y la Iglesia Católica como institución -lejos de afrontar el problema con la seriedad que este tiene- se calla, la baraja. 

Por respeto a las víctimas y a la sincera fe de sus sorprendidos feligreses, deberían aceptar los hechos, encerrar a los implicados y darse públicamente el triple de golpes de pecho que ellos le obligan darse a su rebaño cuando este comete un pecado venial. Pero como en muchos partes del planeta, la Iglesia Católica ha sabido ubicarse para conservar el poder y se comporta con soberbia. No responde, trata de ocultar lo inocultable y encima amenaza con su eterna y terrorífica sentencia: ¡Dios los va a castigar! Sentencia que creen pueden seguir usando per secula seculorum.

Que hay sacerdotes buenos, claro que los hay. Pero también hay pedofilos, o sea curas que abusan sexualmente de niños. Esto ya es una verdad irrefutable. Señores de la Iglesia Católica, Monseñor Cipriani: ¡Por Dios!, un delito como la pedofilia no puede ser apañado por una institución que cuenta con la fidelidad sincera de mucha gente buena y devota, que además confía desde siempre en la virtud y seriedad de sus normas de comportamiento.

Normas que ustedes obligan a cumplir con severidad desde sus púlpitos. Ustedes que deciden quién debe ser castigado y quién no, ustedes que en países como el nuestro todavía quieren imponer lo que para sus intereses es bueno o malo, deben mostrar ahora consecuencia con lo que predican y actuar con mas firmeza. No caben los perdones ni los arrepentimientos esta vez.

La gente no es estúpida y si antes lo era por temor a ser castigada, hoy tiene mas herramientas para dejar de serlo. Si no, cuando llegue el juicio final y ustedes estén frente a Dios, todo el castigo que reciban será su culpa, su culpa y nada más que su gran culpa.

Amén

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